Oh Dios, gracias por ayudarme a ser un buen cavador de pozos mientras aprendo las técnicas espirituales de cavar profundo y abrir nuevos pozos de vida, fuerza y ​​poder curativo.

Dentro del alma, hay áreas que nunca han sido tocadas, tierras del Espíritu que aún no hemos descubierto donde fluyen manantiales. Fluyen con vida y fuerza espiritual, vigor curativo y vitalidad, como poderosos arroyos artesianos que brotan de una profundidad que no hemos sondeado.

En la quietud ahora, busco aprender a abrir cada uno de estos pozos internos preparados para mí y para todos. Con paciencia y expectativa, comienzo a perforar las profundidades con palabras de alabanza y acción de gracias. ¡Alabo a Dios por la paz, la fuerza y ​​el vigor que esperan mi toque! "Gracias, Dios, por la guía de Tu luz dentro de mí mientras busco".

Con palabras de alabanza y cánticos de acción de gracias, con fe y declaraciones de la bondad de Dios, la costra endurecida de la limitación y la incredulidad ahora cede. En lo profundo del alma, la luz de la Verdad avanza, a través de capas de la roca más dura de obstinación obstinada, a través de estantes de pasividad pedregosa, hasta que me pregunto si alguna vez se abrirá un camino. Y luego escucho el más pequeño goteo de la primavera, y sigo presionando con mayor fe y coraje hasta que el sonido se convierte en visibilidad. Los manantiales comienzan a fluir con fuerza, estallando a través del suelo abierto dentro del alma. Con una liberación gozosa, el flujo chispeante del Espíritu se derrama y desborda la superficie, corriendo, llenando cada grieta y hendidura con su pureza limpiadora.

Así fluirán las fuentes de la vida del Cristo en cualquiera que busque y cave, dispuesto a convertirse en el más humilde excavador de un pozo. Cada uno encontrará las fuentes de su ser y tocará el verdadero manantial de la paz, la vida y la perfección.

Podemos, a través de la oración, liberar manantiales de fuerza y ​​vigor y renovar la vida. Podemos, a través del silencio y el consentimiento a la buena voluntad de Dios, ser lo suficientemente fuertes para llegar a las profundidades y luego relajarnos en el poder desatado, revelado. Podemos dejar que la sustancia sagrada de la herencia del alma se derrame en cada fase externa del ser.

“Busca y encontrarás” (Lc. 11: 9 NKJV). La búsqueda es nuestra, no de Dios. Nosotros, con corazones ansiosos y dispuestos, solo debemos comenzar. Y luego, en una medida alegre y abrumadora, el universo interior libera todos sus tesoros, derramando la riqueza que creíamos que estaba en otro lugar. Lo encontramos ahora ... aquí mismo ... dentro. Siempre escucharemos su movimiento y su promesa de respuesta, si podemos estar quietos y escuchar.

¡Alabado sea Dios, de quien fluyen todas las bendiciones! ¡Alabado sea Dios, el dador de cada abundante pozo dentro del alma! ¡Gracias, Dios, por el privilegio de cavar pozos!

Acerca del autor

Rev. Mary L. Kupferle (1916–2003) por mucho tiempo fue ministra Unity en Florida. Ella escribió decenas de artículos para Unity Magazine y La Palabra Diaria.

Mary Kupferle

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