Mi corazón percibe bienestar, sin importar las circunstancias.

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Cuida tu corazón más que otra cosa, porque él es la fuente de la vida.—Proverbios 4:23

Tú me enseñas el camino de la vida; con tu presencia me llenas de alegría;¡estando a tu lado seré siempre dichoso!—Salmos 16:11


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Mi corazón percibe bienestar, sin importar las circunstancias, cómo experimentar bienestar, Tema AnualVisión Perfecta Unity 2020

por la Rev. Lesley Miller

Con visión spiritual sé que Dios obra en mí y en todas las personas

Un amigo me preguntó el otro día si había notado cómo tantas personas se quejan por años y años de la misma condición de salud o problema de vida, mas no hacen ningún cambio. "¿Acaso no quieren recuperarse?", exclamó.

Me tuve que reír. ¿No le había hecho Jesús la misma pregunta al paralítico en el estanque de Betesda, según el Evangelio de Juan? El significado, tal como lo recordaba, era: no esperes a que alguien te rescate. Dios es la fuente de tu bienestar. ¡Créelo y serás curado!

“Quieres decir: ¿por qué no toman su camilla y andan?” Le pregunté a mi amigo medio bromeando.

Incluso mientras lo decía, la compasión y la gratitud llenaron mi alma. Recordé ser una de esas personas. Parecía haber ocurrido hace mucho tiempo y muy lejos, pero viví en una miseria diaria durante décadas; quejándome con cualquiera que me escuchara y sin cambiar nada.

Me sentía atrapada en una relación emocionalmente abusiva, creyendo que yo no valía nada, cada año más enojada, más triste y sintiendo odio por mí misma. Quería una vida mejor, pero no tenía idea de cómo lograrla.

Lloré en la oscuridad sintiendo pena por mí misma y culpando a las personas más cercanas a mí. A la final caí en la adicción y alejé a mis seres queridos.

Los errores dan forma al camino

En un Programa de 12 Pasos, aprendí cuán enferma estaba. Al indagar más profundamente, pude ver las decisiones que me habían traído a donde estaba.

Desde muy temprana edad, yo había adoptado ciertos hábitos para complacer a otras personas y cumplir con dogmas religiosos. Confiaba en las ideas de otros acerca de cómo yo debía vivir, en otras palabras, yo ponía el bienestar de otros antes del mío. En algún momento de ese proceso, perdí mi identidad; me sentía completamente vacía.

No había nadie a quien culpar: no a mamá, a papá, a maestros, a pareja ni siquiera a mí. Mi comportamiento era producto de pensamientos y creencias erróneas que me ayudaron a sobrevivir según crecía con temor en un hogar caótico e inestable.

Fue difícil aceptar el daño que infligí a los demás y a mí misma. Mas el trabajo que tuve que hacer para reconocerlo, produjo sanación y la oportunidad para una nueva vida, especialmente con mis hijos. Un Dios amoroso estaba silenciosamente trabajando en mí mientras aprendía a levantar mi camilla y caminar.

Había estado sobria un poco más de un año cuando algo inesperado sucedió. Esperando en la corte de familia, llena de miedo y ansiedad por perder a mis hijos, decidí entregarle mis problemas a Dios. Esta fue una decisión, un compromiso, no lo hice a la ligera. Fue difícil y, sin embargo, natural.

Qué sucede cuando dejamos ir

Liberé el resultado con fe en que, pasara lo que pasara, estaríamos bien. Solté los temores sobre el dinero y el lugar donde viviríamos, confiando en que se me mostraría todo lo que necesitaba para aprender a estar bien. Y con eso, se hizo. La sensación de alivio y bienestar fue tremenda. Empecé a sosegarme.

Todo salió bien ese día en el tribunal, todavía tenía mucho que aprender sobre la responsabilidad personal. Dejar que el Espíritu divino me muestre el camino me ha llevado a superar todos los desafíos de la vida: desempleo, reubicación, cáncer, divorcio, iniciar un negocio y perder uno, la muerte de seres queridos y una reciente cirugía a corazón abierto. Yo deseaba sanar.

Con el tiempo, aprendí a ver la curación también con ojos espirituales, no solo físicos. Los ojos espirituales miran más allá de las limitaciones; saben que nada es imposible para Dios. Ven que la curación ocurre en cada célula y situación todo el tiempo. Es importante destacar que nos muestra opciones, señalando el camino hacia el bienestar. Lo he experimentado en mis recuperaciones de cirugía cardíaca y cáncer.

Dios también está presente en las cosas pequeñas: cuando cambio las noticias por música sosegadora, me detengo para meditar, escribo en mi diario o doy un paseo en lugar de estar ansiosa.

Afirmar que Dios es mi fuente restaura mi sentido de bienestar financiero lo que, a su vez, abre la puerta a la prosperidad. ¡Con ojos espirituales veo claramente que Dios obra en mí y en todas las personas! Esto no es una ilusión espiritual. Es ver las cosas correctamente.

No tuve la respuesta cuando un amigo preguntó por qué algunas personas no sanan. Pero en mi corazón, sé que en Verdad todos podemos.

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