Un renacer de posibilidades

Llegué a los Estados Unidos el veinticinco de marzo de 1985, justo cuando comenzaba la primavera. Los árboles vestían con orgullo sus nuevos tallos, hojas y flores. El suelo helado, daba paso al resurgir de la vida. Las plantas, siguiendo el orden del universo, comenzaban a lucir su nuevo atavío; listas y dispuestas a adornar un nuevo ciclo de la vida. Yo contemplaba la transformación con embeleso.

Ya he vivido muchos cambios de estaciones aquí en Missouri, y cada uno de ellos me recuerda el orden de todo lo creado y que toda expresión de vida pasa por ciclos. En el vecindario donde vivo, dos de mis vecinos tienen árboles de magnolia sureños (Southern Magnolia Tree). Al comienzo de la primavera dichos árboles se llenan de hermosas flores blancas, manteniendo siempre sus brillantes hojas verdes.

El otoño pasado, mientras caminaba con mi hija y mis nietos por el vecindario, por primera vez vi las semillas de dicho árbol. Noté que hasta las semillas eran hermosas. Son de un rojo vivo ordenadas en un cono protector.

Tomé un cono de la acera y me lo llevé a casa. Encontrar las semillas fue para mí una de esas cosas sencillas que dan gran gozo. Inmediatamente, me puse a indagar por internet cómo podía cultivarlas. En YouTube encontré a un jovencito gracioso que da una explicación muy completa de cómo hacerlo. Aprendí que es un árbol al que le toma tiempo crecer. Que tienes que preparar las semillas: sacarlas del cono, remojarlas en agua por un día, pelarlas y luego ponerlas en una bolsita plástica con tierra en la nevera por cinco meses. El proceso requiere paciencia y fe. Cada etapa ha de cumplirse si quieres ver el árbol crecer.

La evolución de nuestras almas sigue un orden divino infalible.

Pienso que algo similar ocurre en nosotros. Al confiar en el orden divino en nuestras vidas, fomentamos nuestro crecimiento. Seguimos el proceso de orar, meditar, pasar tiempo en el Silencio y entregar el resultado a Dios. Sabemos que nuestras experiencias siguen un patrón divino, como las estaciones, como todo lo creado. En el Evangelio de Marcos 4:28 leemos: “Y es que la tierra da fruto por sí misma: primero sale una hierba, luego la espiga, y después el grano se llena en la espiga”.

Tenemos presente que el hecho de que las cosas no vayan como nosotros deseamos o si el proceso se siente incómodo, no significa que la experiencia no sea necesaria. La semilla del árbol de magnolia necesita la oscuridad y el frío para germinar, si no se dan esas condiciones, no brota. Ciertas etapas en nuestras vidas se sienten sombrías y gélidas; mas ellas hacen que aquello en nosotros que busca expresión pueda nacer, para afrontar y superar el reto vamos a nuestro interior y reconocemos y utilizamos nuestros dones divinos; lo que hace que crezcamos y que nuestra alma se expanda de manera única.

La evolución de nuestras almas sigue un orden divino infalible.

El escritor de Unity, James Dillet Freeman dijo: “A veces, la respuesta a la oración no cambia la vida, sino que nos cambia a nosotros”.

En esta experiencia humana, nuestro Ser busca aquello que nos hace progresar en conciencia. Cuando nos encontremos pasando por una experiencia retadora, no nos preguntaremos por qué sino para qué. Conscientes de que algo espera nacer o renacer, algo importante para nosotros está buscando surgir.

A mis semillas les quedan mas o menos dos meses más en mi nevera. Son como veinte. Mis hijos me preguntan qué voy a hacer si todas echan raíces. Eso ya está por verse, ¡y apenas puedo esperar!

Deseo que sus días estén llenos de oportunidades para descubrir, expandirse, renacer y ser felices. Que el Universo y su tendencia hacia la vida les ofrezca su apoyo y les de el arrojo de ir en pos de sus sueños con emoción y una actitud expectante.

Acerca del autor

La Rev. Adriana Segovia se retiró después de trabajar por más de 30 años en la Sede Mundial de Unity como editora y estratega en español de La Palabra Diaria y más. Fue ordenada por Unity en 2002 y tiene una maestría en administración de empresas de la Universidad de Baker.

Headshot Rev. Adriana Segovia, Pink Shirt

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