Libero y dejo ir
Encuentra libertad y deja ir lo que ya no te beneficia.
El regalo de dejar ir
Hace unos meses me mudé. Mientras mi esposo y yo hacíamos las maletas, decidimos qué nos llevábamos y qué dejábamos atrás. No hay nada como mudarse para superar la inercia que tan a menudo impide ordenar. Donamos y vendimos muchas cosas, pero cuando llegamos a nuestra nueva casa, me hubiera gustado deshacerme de muchas más.
La razón es sencilla. Los objetos que llenaban nuestra antigua casa no cabían igual en la nueva. Al desempacar, descubrimos que no solo no teníamos espacio para muchos objetos, sino que podíamos arreglárnoslas sin ellos. Después de desempacar y acomodar todo en nuestra nueva casa, tuvimos que hacer más viajes a centros de donación para llevar aquellos objetos que no deberíamos haber traído con nosotros.
Esta experiencia estuvo dando vueltas en mi cabeza mientras trabajaba con el folleto de Cuaresma de este año de Unity, 40 días para dejar ir. He descubierto un interesante paralelismo: Dejar ir es una parte necesaria de la vida, y también es una parte necesaria de la vida espiritual.
Imagina cómo sería tu casa si nunca te deshicieras de nada. La decoración estaría desgastada y anticuada. Los armarios y los cajones de las cómodas estarían llenos de ropa pasada de moda o que ya no serviría. No habría sitio para nada nuevo.
Ahora imagina tu vida interior si nunca depuraste tu mente de viejas creencias y tu corazón de sentimientos amargos. Podrías encontrarte agobiado por recuerdos dolorosos de palabras hirientes, resentimientos, conflictos, relaciones rotas y oportunidades perdidas. Peor aún, no habría espacio para que entraran pensamientos y creencias positivos que afirmaran la vida.
Dejar ir es una parte necesaria de la vida, y también es una parte necesaria de la vida espiritual.
Deshacerse de lo que ya no sirve sienta bien. Compartí una experiencia que tuve el año pasado cuando liberé varios objetos poniéndolos de nuevo en circulación. Hay otra parte, por supuesto. Soltar es una práctica espiritual, una disciplina que, una vez dominada, nos cambia de adentro hacia afuera. La vida siempre está en movimiento. El cambio es una constante. Una de las mejores formas de participar en la vida y sentirse plenamente vivo es dejar ir con regularidad.
Soltar el apego al pasado y la ansiedad por el futuro te sitúa de lleno en el presente. Aquí es donde está tu libertad. Libera y reclama la libertad de elegir qué pensar, qué creencias mantener y cómo dirigir esos pensamientos y creencias para crear tu vida.
Este es uno de los mayores regalos de la Cuaresma. Liberarse es desprenderse de todo lo que ya no es necesario, de todo lo que te impide avanzar y participar plenamente en la vida. La Cuaresma es la preparación para la gloria y el renacimiento de la Pascua. Cuánto más glorioso es este renacimiento sin cargar con el peso del pasado o el temor al futuro.
Eres un ser divino, destinado a vivir plena y libremente. Libérate una y otra vez para conocer tu naturaleza divina, utilizar tu poder creativo y reclamar tu lugar en el fluir dinámico de la vida.