El mes pasado viajé al este para asistir a una boda. En cierto modo, también significó un regreso a casa. Hace veinte años, vivía en la misma ciudad que visité nuevamente.

Durante los días previos a la boda, aproveché para explorar un poco y ponerme al día con algunos viejos amigos de mi antiguo lugar de trabajo, en el cual estuve empleada durante más de una década.

Hace más de 10 años, cuando fui despedida de ese trabajo y perdí la seguridad que me proporcionaba, no me sentí libre en absoluto. De hecho, me sentí atada. Atada a la preocupación por estar desempleada. Atada a la vergüenza de estar sin trabajo. Atada al miedo de quedarme en esa situación. Atada al resentimiento por no sentirme valorada por mis contribuciones profesionales a lo largo de los años.

Fue una etapa muy difícil en mi vida. Perdí mi empleo y junto con él, una gran parte de mi identidad. Con el tiempo, mis circunstancias mejoraron. Conseguí otro trabajo y volví a la rutina laboral, pero lo más importante fue que reestructuré mi vida para reflejar mejor la persona en la que me estaba convirtiendo.

En mi viaje de regreso, me di cuenta de que no había sido consciente de lo lejos que había llegado hasta que tuve la oportunidad de ver dónde había estado. Al explorar mi antigua ciudad, la reconocí, pero algo había cambiado. La ciudad en sí no había sufrido grandes transformaciones, pero yo sí.

“Si deseamos experimentar la libertad, es necesario reclamarla como nuestra. La voluntad de superar los contratiempos, liberarnos del resentimiento a través del perdón y utilizar nuestros poderes internos de fe e imaginación para comenzar de nuevo, son formas de vivir una vida libre y llena de alegría”.

La libertad es un trabajo interno

No lo vi en ese momento porque estaba tan inmersa en el cambio no deseado, pero en realidad me habían dado un gran regalo. Liberada de una vida que era cómoda, pero estancada, también me liberé de una visión limitada de quién podía ser.

Reinterpretar el pasado puede ser un regalo poderoso. En nuestro viaje espiritual, descubrimos nuestros dones divinos: fe, poder y amor, por nombrar algunos. También aprendemos sobre la libertad, entendiendo que como seres divinos estamos destinados a ser libres y creativos, libres de los límites impuestos por nuestras historias personales, elecciones e incluso nuestros sueños.

Puede ser tan fácil poner límites a nuestra libertad, cortar nuestras propias alas con pensamientos de duda, autocrítica e inmerecimiento. Pero el poder y la presencia de Dios son mucho más grandes que cualquier cosa que pueda ocurrir en nuestras vidas. Esa conciencia, junto con la voluntad de actuar desde ella, es la sede de nuestro poder personal y la clave para un cambio transformador.

Si deseamos experimentar la libertad, es necesario reclamarla como nuestra. La voluntad de superar los contratiempos, liberarnos del resentimiento a través del perdón y utilizar nuestros poderes internos de fe e imaginación para comenzar de nuevo, son formas de vivir una vida libre y llena de alegría. Elegir vivir en libertad espiritual es una decisión que debemos hacer una y otra vez.

No soy la misma persona que perdió su trabajo hace años atrás y que se sintió atada a sentimientos de rechazo e indignidad. He dejado ir todo eso y he encontrado mi libertad. Si algo en tu vida te retiene, oro para que recuerdes tu identidad divina y reclames tu libertad espiritual, sabiendo que no hay cadenas que te aten.

Acerca del autor

La Rev. Teresa Burton es la editora de Daily Word®. Es una oradora dinámica y escritora inspiradora, ella hace que las enseñanzas de Unity sean fáciles de entender y divertidas de aprender. Antes de responder al llamado al ministerio, trabajó como editora durante más de 25 años en varios puestos en publicaciones impresas y digitales.

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