Crea conexiones. Realiza actos de amor. Haz que la vida valga la pena vivirla.

Aprendí una poderosa lección cuando era adolescente y trabajaba como cajera en un supermercado muy ocupado.

Siempre había colas increíblemente largas para pagar. Me esforzaba por agilizar la línea lo más rápido posible. Yo era un modelo de velocidad y eficiencia al marcar los artículos y embolsarlos. Estaba concentrada. Tenía entusiasmo. Pero también me sentía abrumada y ansiosa todo el día, y agotada cuando terminaba de trabajar.

Un día, la gerente me dijo que yo era una empleada modelo y no necesitaba trabajar tan rápido. Totalmente sorprendida le respondí: "¡Y la cola!" Ella señaló que siempre habrá una línea y que la experiencia que los clientes tuvieran mientras estaban haciéndola era lo realmente importante.

Recuerdo cómo me sorprendí cuando realmente comprendí la verdad de lo que dijo. Siempre habrá una línea. Es la experiencia en la línea lo que importa. No solamente para los clientes sino también para mí.

Sentí que un enorme peso se quitó de mis hombros. Mi trabajo no era hacer que la línea desapareciera. Mi trabajo era hacer que la línea fuera tan afable como fuese posible.

Cambiando el enfoque para crear conexión
Poco a poco, comencé a cambiar mi enfoque de pura eficiencia a algo más jovial. Empecé por hacer contacto con las personas más allá de una sonrisa rápida. En mi trato mantuve contacto visual e hice comentarios reales y comentarios compartidos más allá de "Siguiente" y "Hola".

Y sinceramente, fue muy incómodo. Estaba mucho más a gusto con las transacciones inanimadas que con realmente conectarme con la gente.

Sin embargo, aunque fue un desafío, noté que sucedía algo extraordinario. Descubrí que estaba menos agotada al final del día. Comencé a disfrutar mi trabajo e incluso a esperar con ansias la corriente de personas con la que interactuaba cada día. La línea dejó de ser algo que tenía que pasar. Se convirtió en una avenida para algo más.

Cómo la compasión cambia al mundo
Ahora miro hacia atrás a ese momento y sonrío. Mi gerente hace tantos años no sólo estaba haciéndome mejor en el servicio al cliente, ella me estaba enseñando sobre la conciencia del momento presente y el poder de la compasión y el amor para transformar al mundo.

Esta es la invitación para todos nosotros. ¿Es tu vida algo que simplemente estás tratando de pasar? ¿Estás tan enfocado en lo que crees que deberías estar haciendo que te estás perdiendo la oportunidad de estar presente y despierto a este momento?

Mientras me abría a los demás, era tocada y tocaba, era conectada y conectaba, era vista y veía.

Ese cambio de enfoque, en perspectiva, está disponible para todos nosotros en todo momento.

Pequeños actos de amor.

Una sonrisa genuina

Un momento en el que realmente miras a alguien.

Una risa compartida.

Un aliento juntos.

Una mano amiga.

Esto es lo que hace que valga la pena vivir.

Y no son sólo los actos de amor que damos los que nos permiten vivir más plenamente. También son los actos de amor que recibimos y que verdaderamente tomamos los que nos nutren y elevan nuestras vidas a nuevos niveles.

Abriendo el corazón compasivo

Gran parte de nuestro sufrimiento surge de sentirnos separados y solos. Todos los días existen innumerables oportunidades para permitirnos ser tocados, para permitirnos ser vistos.

Y sí, tal como descubrí todas esas décadas atrás, cuando te abres a los actos conscientes de amor, tanto al dar como al recibir, podrías sentirte incómodo, pero simultáneamente renovado y restaurado. Este es el poder de vivir a través de los actos de amor: cuanto más das, más puedes recibir.

¿Dónde te puedes abrir al amor que te rodea? ¿Dónde puedes profundizar tu gratitud y aprecio por los actos de amor que te tocan todos los días?

Una taza de café caliente que te traen por la mañana, las flores en tu jardín, el ronroneo de tu gato, un abrazo de un ser querido o incluso una sonrisa del cajero de tu supermercado local. Cada momento es un acto de amor. Y es a través de estos actos de amor, que realmente vivimos.


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Parte de la Serie 2020: Vision perfecta

Acerca del autor

Rev. DeeAnn Weir Morency (ella/la) es ministra principal de Unity en Marin, California.

Rev. Dee Ann Morency

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