A lo largo de mi vida adulta, desarrollé varios problemas de salud física, y durante 15 años fui cuidadora a tiempo completo de mi hijo mayor que tenía una afección crónica potencialmente mortal que requería monitoreo las veinticuatro horas del día. Estaba agotaba y abrumaba.

Me sentí atraída por Unity por primera vez hace casi 25 años debido a la historia de sanación de la cofundadora Myrtle Fillmore y a la inclusividad que sentí en la primera iglesia de Unity a la que asistí. Es posible que sepas que Unity surgió a partir del viaje de sanación de Myrtle. Myrtle pasó años centrada en la oración afirmativa con la intención de sanar sus propias dolencias físicas. Ella creía que podía curarse a sí misma. ¡Y lo hizo! El libro Las cartas sanadoras de Myrtle Fillmore era mi guía por aquel entonces.

Tenía una idea muy concreta de lo que significaba curarse y pensé que, si seguía el camino de Myrtle, las cosas seguramente mejorarían. Pero a menudo tenía una voz persistente en mi cabeza que decía: “No puedes renunciar a tu trabajo o ignorar tus responsabilidades como cuidadora de tu hijo para centrarte en la sanación. ¿Quién tiene tanto tiempo para meditar como lo hizo Myrtle?” Me sentía como una impostora porque creía en las enseñanzas, pero no las usaba coherentemente en mi propia vida.

Buscaba una sanación inmediata y total. Mientras leía sobre la importancia de sentarse en silencio y orar activamente, sabiendo que Myrtle dedicaba su vida a la oración, invitando a su cuerpo a restaurarse, creyendo que podía sanar, mi mayor barrera era mi propia creencia de que no podía dedicar el tiempo y la energía suficientes para hacerlo.

Con el paso del tiempo conseguí un puesto de trabajo en la Sede Mundial de Unity (UWH), donde he estado trabajando de forma intermitente durante los últimos 15 años. Cuando regresé a UWH hace tres años, me sentía física y mentalmente agotada. Mis problemas de salud solo se habían agravado a lo largo de los años, acumulándose un problema tras otro. Tanto tiempo después, seguía sintiéndome un poco abrumada. A mi regreso a UWH, establecí una intención silenciosa de que volvería para curarme de una vez por todas.

Encontrando sanación

Comencé a hacer cosas tangibles que sabía que tenía que hacer para curarme físicamente. Encontré buenos médicos y trabajé con ellos diligentemente. Me conecté con mi cuerpo, prestando atención a los efectos que los alimentos, bebidas, medicamentos y suplementos me producían. Empecé a caminar más a menudo. Empecé a bendecir mi cuerpo con más frecuencia y a repetirme afirmaciones positivas.

Pero eso fue solo el principio del arduo trabajo. A través de la oración, la meditación y de llevar un diario, pude darme cuenta de que mis dolencias físicas estaban relacionados con aspectos no resueltos de mí misma. Tenía profundos traumas de mi infancia y de los primeros años del diagnóstico de mi hijo cuando estuvo a punto de morir. Aparte de la terapia de “comenzar y parar”, nunca había lidiado realmente con mi trauma de una manera significativa. Por fin estaba lista para empezar.

Encontré un terapeuta maravilloso que me presentó herramientas y recursos de los que desconocía. Ahora utilizo música de estimulación bilateral todos los días para aquietar mi mente, sosegar mis pensamientos y establecer mi centro. Esto me ayuda a entrar más fácilmente a la meditación, donde puedo dejar que el Espíritu me guíe.

Mi proceso de sanación es simplemente un regreso diario a mi propio centro. Siempre hay una oportunidad de reconectar con mi naturaleza espiritual, de permitir que el Universo guíe mis pasos y de establecer una nueva intención de sanación.

También recomendó la terapia EMDR (por sus siglas en inglés) que en español se conoce como Desensibilización y Reprocesamiento por medio de Movimientos Oculares, que utiliza estimulación bilateral para curar traumas profundamente arraigados. Durante más de un año, hemos trabajado en temas de la infancia, el trauma que supuso que mi hijo casi muriera y el estrés de criarlo con una afección médica crónica. La EMDR me ha cambiado la vida. A través del proceso EMDR, he liberado el dolor que llevaba conmigo entre 20 y 50 años. Puedo decir sinceramente que he sanado los períodos más traumáticos de mi vida. Liberar este trauma me ha permitido conectarme más estrechamente con lo que mi cuerpo físico necesita.

Estoy aprendiendo que el proceso de sanación lleva tiempo. Llega por etapas a medida que voy abordando un problema a la vez, presto atención a mi cuerpo, me comunico con él y le escucho. Ya no creo que seré sanada de inmediato. Durante mucho tiempo pensé que este proceso tenía fecha de caducidad. ¡Me sanaré! Ahora me doy cuenta de que la curación es un proceso interminable y no una línea recta que no tiene fin. Estoy en un viaje de sanación que durará toda la vida.

Escuchando al cuerpo

A medida que he aprendido a escuchar a mi cuerpo, he descubierto que cuando me duele la espalda, lo que realmente necesita mi cuerpo es movimiento y estiramiento, y no estar sentada o acostada. Estoy aprendiendo a ir al gimnasio, incluso cuando me siento avergonzada y frustrada por mi peso. Después de una o dos sesiones en el gimnasio, me siento revitalizada, más fuerte, mental y físicamente. Estoy aprendiendo que tanto mi mente como mi cuerpo quieren sanarse. Es simplemente la falta de conciencia lo que me dice que es demasiado difícil, que tengo excesivo peso o que no hay tiempo suficiente. También puedo ver ahora que las enseñanzas de Unity no requerían que dedicara horas y días a la meditación y la oración para que me guiaran en mi sanación. Simplemente, necesitaba crear un espacio para mí y el Espíritu.

Estos últimos años han sido de mucho esfuerzo. Tuve que sentir que estaba al límite de mis fuerzas para sacar tiempo para mí misma. Si pudiera darte un consejo, sería que no esperaras. Encuentra una actividad en la que puedas enfocarte para mejorar tu bienestar, aunque solo sean cinco minutos al día. Da ese paso y hazlo durante un año si es necesario antes de pasar a otra cosa en la que quieras enfocarte. Conviértete en una prioridad al menos unos minutos cada día. Cree que puedes sanar. Encuentra alguna manera de conectar con tu centro, sea lo que sea que eso signifique para ti: música, danza, yoga, escritura, lectura, meditación, oración, hablar con un amigo o dar un paseo por el bosque. Simplemente, necesitamos salir de nuestro propio camino y permitir que el Espíritu fluya a través de nosotros.

Ahora creo que todos estamos aquí para curarnos de una manera diferente, y en tiempos diferentes. Este es mi proceso. Lo reclamo, y sé que ya no tengo que huir de él o ignorarlo porque me parece demasiado grande y abrumador. No tiene por qué ser la mentalidad de todo o nada que tuve durante tanto tiempo. Mi proceso de sanación es simplemente un regreso diario a mi propio centro. Siempre hay una oportunidad de reconectar con mi naturaleza espiritual, de permitir que el Universo guíe mis pasos y de establecer una nueva intención de sanación.

Acerca del autor

Angie Olson es vicepresidenta de Estrategia y Mercadotecnia digital de la Sede Mundial de Unity. Angie vive en el área de Kansas City con su esposo, dos hijos y varias mascotas. Para distraerse, Angie disfruta cocinar, pasear en bicicleta y explorar los bosques cercanos a su casa.

Más

No Results