He pasado algunas semanas lidiando con sentimientos de dolor y gratitud tras enterarme del fallecimiento de una querida amiga.   

El mes pasado recibí la triste y sorprendente noticia sobre mi amiga y compañera de seminario. Después del shock inicial, comencé a recordar a esta persona especial que conocí hace nueve años, cuando empezamos a estudiar juntas.

He pasado días tratando de encontrar palabras para describir lo especial que era, pero me resulta difícil. ¿No es común sentirnos así cuando perdemos a alguien cercano? Cuando nos hacemos amigos de alguien, cuando les abrimos nuestro corazón, se convierten en algo personal. Nadie los conocía como nosotros porque nadie era como nosotros. Por eso, cuando un amigo se va, tratamos de llenar el vacío que deja con palabras.

Cordy Mack era una ministra de Unity, una persona increíblemente compasiva que intentaba cargar con el peso del dolor del mundo sobre sus pequeños hombros. Le encantaba reír y tenía una risa contagiosa. Cordy amaba a los animales, especialmente a sus gatos. Era generosa, pero a veces un poco gruñona. Todas estas características son ciertas, pero no la describen completamente.

Estos recuerdos son solo una parte de lo que me viene a la mente cuando evoco su voz o el aspecto de su cabello morado. Conservo en la memoria su amabilidad, consideración y nuestras conversaciones. Recuerdo que me alegraba verla y le agradecía la forma en que aliviaba el estrés de tantos deberes con sus comentarios graciosos y sus divertidas ocurrencias.

Cuando terminaron los estudios, vivíamos lejos y nos comunicábamos principalmente por mensaje de texto. La echaba de menos y a menudo esperaba que nuestros caminos se cruzaran. Me entristece no poder verla ni escucharla más, pero agradezco tener tantos recuerdos dulces de ella.

Las ministras recién ordenadas, la Rev. Teresa Burton y la Rev. Cordy Mack, en junio de 2018.
Las ministras recién ordenadas, la Rev. Teresa Burton y la Rev. Cordy Mack, en junio de 2018.

Ahora reflexiono sobre todas las cosas que quedaron sin expresar. ¿Sabía Cordy cuánto la admiraba por todo lo que había superado? ¿Sabía que me maravillaba su corazón amoroso y compasivo? ¿Sabía que pensaba en ella a menudo? ¿Sabía que recordaba las cosas que dijo en clase hace años y que aún me hacían reír? ¿Sabía que la echaba de menos? ¿Sabía que la apreciaba?

En este momento, solo puedo esperar que lo supiera. Nuestra última comunicación fue a finales de diciembre, cerca de su cumpleaños, y me dijo que había estado enferma. No dio detalles y no pregunté más. Si hubiera sabido que sería la última vez que hablaríamos, ¿qué le habría dicho?

Creo que lo sé. Le habría dicho todas esas cosas y más. Le habría dicho que nunca había conocido a nadie como ella. Le habría agradecido por enriquecer mi vida y hacerla más divertida.

Cordy me dio un regalo, aunque dudo que lo supiera. Me hizo ser consciente de la importancia de expresar nuestros sentimientos, de no asumir que siempre habrá tiempo, y de no dar por sentado que quienes son especiales para nosotros conocen nuestros sentimientos hacia ellos.

Te animo a que aprendas esta lección también. Haz las llamadas, las visitas, di las palabras. Y disfruta y agradece los recuerdos.

Acerca del autor

La Rev. Teresa Burton es la editora de Daily Word®. Es una oradora dinámica y escritora inspiradora, ella hace que las enseñanzas de Unity sean fáciles de entender y divertidas de aprender. Antes de responder al llamado al ministerio, trabajó como editora durante más de 25 años en varios puestos en publicaciones impresas y digitales.

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