Más allá del género binario llega la historia de dos espíritus

Ella entró por las puertas de su trabajo por última vez en aquel fresco día de otoño. El sol apenas se asomaba por el horizonte y los pájaros con sus trinos daban la bienvenida a cualquiera que caminara por el asfalto recién pavimentado del estacionamiento.

Los compañeros de trabajo la saludaron alegremente, al igual que todas las mañanas, y ella los saludó con la mano. Llegó al escritorio, e hizo lo mismo de todas las mañanas —encender la computadora y ajustar su silla—como siempre. Sin embargo, ese día era distinto.

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Ese era el día en el que todo cambiaría. Ella sabía algo que los demás en la oficina no sabían. Sabía que ella desaparecería. La persona que sus compañeros de trabajo habían llegado a conocer durante los pasados dos años saldría de la oficina ese día y jamás regresaría.

Las dos mujeres con las que compartía su espacio de trabajo la invitaron a almorzar. El “almuerzo con las chicas” había estado en el calendario durante una semana. Las conversaciones seguramente incluirían a los esposos, los hijos, los juegos de fútbol y el centro de cuido de niños.

Apenas podía identificarse con estas cosas, pero tal parecía que los almuerzos eran una obligación tácita. Se sobreentendía en la oficina que las mujeres almorzaban con las mujeres y los hombres con los hombres. ¿Quién deseaba ser el hombre extraño? Ella suponía que a ella le agradaban las chicas lo suficiente, pero ese no era el punto. Ellas no tenían conocimiento de su inminente desaparición.

Con una hora de trabajo por terminar, regresó a su escritorio para encontrar un correo electrónico del Departamento de Recursos Humanos que la convocaba a una cita, tal y como ella había planificado. Ese correo electrónico estaba a punto de ayudarla a cambiar su vida. Había llegado el momento. Con el corazón acelerado y las palmas sudorosas, tocó a la puerta del departamento y entró.

Fue entonces que, al cambiar su nombre en los registros oficiales del personal, ella desapareció oficialmente.

Dos años después…

El sol se anunció brillante en su travesía mañanera al trabajo. Él se rascó la barba que crecía en su barbilla, deseando haber tomado el tiempo adicional que necesitaba para afeitarse aquella mañana.

Fue saludado como siempre por sus compañeros de trabajo, quienes habían ofrecido su apoyo y aceptación durante su transición (incluyendo algunos ex infantes de la marina). Llegó a su escritorio y encendió su computadora.

Una notificación en la pantalla le dejó saber a él que la memoria de su computadora estaba casi llena, instándolo a revisar los documentos o programas que no había usado. Fue entonces que encontró la historia de ella, transportándolo a ese último día tras la fachada femenina.

Se sintió un poco desconcertado. Había pasado mucho tiempo desde la última vez que pensó en ella.

Se sintió empujado de vuelta al día en que ella desapareció, como si hubiese entrado en una máquina del tiempo. ¡Cuán asustada debió haber estado ella! Recordó el temblor de sus manos cuando abrió la puerta del Departamento de Recursos Humanos, donde comenzó el viaje, y su secreto fue revelado.

Él recordó ese momento de forma tan viva porque él había sido ella. Ella desapareció para darle paso a él. Ella se sacrificó para que él pudiera vivir.

Ella se sacrificó para que él pudiera vivir

Sé esto muy bien porque esta es mi historia. Vivía en el mundo cubierto con una piel que siempre supe no era la mía, puesta como un traje que nunca parecía ajustarse. Hasta el día en que ella desapareció, pasé mi vida escondido, como un niño tímido y asustado, abrazando con fuerza las piernas de un padre o madre protectores.

Los pueblos nativos en Estados Unidos tienen un término para las personas como yo: personas con dos espíritus.

He aprendido muchas cosas desde el día en el que ella desapareció. Son cosas que hubiese querido saber y hubiese compartido con ella cuando ella estaba tan asustada.

Le diría que no se preocupara por encontrar a alguien que la amara porque, a final de cuentas, todo estaría bien.

Le diría que no se preocupara por ser aceptada por otros porque la gente que sí importaba continuaría mostrando su amor incondicional, incluso ante la adversidad.

Le diría que ser una persona con dos espíritus es un gran regalo, ser capaz de ver el mundo a través de este hermoso lente.

Le diría que es un privilegio estar en una comunidad que se une incluso cuando otras personas tratan de destruirla y separarla.

Le diría que es amada y divina, sin importar lo que digan otras personas.

Le diría que, al final de ese túnel oscuro, le espera una libertad maravillosa y dichosa.

Sobre todo, le diría con toda sencillez que viva su verdad, que viva la vida de la manera más auténtica. Porque es a través de la autenticidad que nos volvemos fuertes.

El día en que ella desapareció fue el día en que yo nací.

Acerca del autor

Rev. Evin Wilkins (he, him) is the minister at Unity of Madison, Wisconsin.

 

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