Cambia tu manera de ver las cosas

¿Te has enojado alguna vez? ¿Te ha llevado la ira a tomar malas decisiones? ¿Te arrepientes o te avergüenzas de las reacciones que provocó tu enfado? Si has respondido  a alguna de estas preguntas, te identificas con la mayoría de los seres humanos, incluida yo. Pero ¿acaso la ira es siempre algo negativo?

La ira tiene "mala fama" en nuestra cultura. Se nos enseña que es una emoción negativa que hay que ignorar, temer y controlar. Pero ¿y si la ira fuera un valioso aliado, no un adversario al que hay que derrotar? ¿Y si dejáramos de sentir culpa y vergüenza por nuestra ira? ¿Y si algunos de nosotros necesitáramos enfadarnos para crecer espiritualmente?

Para entender esto, primero debemos analizar la ira en profundidad. La ira es una señal de humo que nos advierte de que algo está ocurriendo, algo que nos impide experimentar la armonía y la plenitud en nuestras relaciones, en nuestras vidas o dentro de nosotros mismos. La ira suele aparecer cuando nuestros derechos, necesidades, deseos y maneras de vivir se ven amenazados, violados o ignorados. La ira es una emoción que nos permite sentir y conectar con estas situaciones que nos causan angustia.

La ira es un sentimiento muy parecido a la felicidad, la tristeza o la preocupación. La ira, en sí misma, suele ser inofensiva. Una emoción, como la ira, puede desaparecer o transformarse una vez que se ha tenido la oportunidad de comprenderla y procesarla. Sin embargo, esta se vuelve peligrosa cuando no se procesa y se convierte en la base de un acto o actos de agresión, violencia u opresión. Debemos dejar de culpar a la emoción de la ira de nuestros actos dañinos e hirientes. Melvin McLeod, editor en jefe de Lion's Roar, una revista de sabiduría budista para nuestro tiempo afirma: Cuando la energía de la ira sirve al ego, es agresión. Cuando sirve para aliviar el sufrimiento de los demás y hacer del mundo un lugar mejor, es sabiduría. Tenemos la libertad de elegir. Tenemos el poder de transformar la agresión en la sabiduría de la ira. Esto es una gran victoria, tanto para nosotros mismos como para el mundo en general.

Jesús, nuestro maestro, enseñó la idea de la paz y el perdón. Sin embargo, está la historia que muchos conocen como la "purificación del templo", cuando Jesús se enfada con los cambistas y los vendedores. Esta historia se cuenta en los cuatro Evangelios principales. En Marcos 11:17, se cree que Jesús dijo "¿Acaso no está escrito: ‘Mi casa será llamada casa de oración para todas las naciones?’ ¡Pero ustedes han hecho de ella una cueva de ladrones!” Aunque los Evangelios relatan que Jesús critica a los líderes del templo por abusar de su poder y aprovecharse de la gente vulnerable, no se le representa como si estuviera completamente fuera de control. Su ira en esta historia se ha interpretado generalmente como agresiva, ya que voltea mesas y utiliza un látigo para expulsar a personas y animales, pero nunca hiere físicamente a nadie ni actúa de forma destructiva. Me lo imagino entrando con determinación y fe, y exponiendo su caso de forma natural y calmada, pero poderosa, volteando esas mesas y echando a la gente. No interpreto sus acciones como impulsivas, fuera de control o impulsadas por el ego. Interpreto su ira como estratégica, sabia e informativa. ¿Podríamos imaginar su ira como una ira de paz? ¿Podemos abrirnos a ver cómo su ira se transformó en una llamada a la justicia a través de una acción directa y pacífica? En última instancia, la ira de Jesús en esta historia se transforma en un mensaje que insta a la gente a tener fe, a buscar la curación y a tratarse unos a otros con respeto, cuidado y justicia.

Jesús nos muestra en esta historia que podemos enojarnos, pero debemos transformar ese enojo. Es importante reconocer nuestra ira y sentir lo que necesitamos sentir, tomar el tiempo necesario para comprender su origen. A menudo, la rabia que sentimos no proviene de la situación a la que nos enfrentamos, sino de heridas y traumas del pasado que la desencadenaron. Debemos entender la ira como un camino abierto hacia la sabiduría. La ira es un portal hacia la curación. Nuestra ira se convierte en una oportunidad para ver en qué punto de nuestra vida podemos estar desviados y trabajar para encontrar el equilibrio.

El ministro de Unity, Ed Rabel, en una conferencia pronunciada el 23 de enero de 1976, dijo lo siguiente:

Para mí, el acto de Jesús volcando las mesas de los cambistas en el templo representa la idea de que puede haber áreas en nuestro interior donde hemos establecido falsos valores o prioridades. Al igual que los cambistas habían puesto el dinero por delante de la adoración, nosotros también podemos haber permitido que algo distinto de Dios o la Verdad se haya convertido en nuestra máxima prioridad. Esto podría manifestarse como un falso sentido de los valores o una secuencia incorrecta de prioridades.

El Rev. Rabel sugiere que nuestra ira nos sirva de recordatorio para reflexionar sobre dónde hemos establecido un sentido erróneo de nuestros valores, prioridades o juicios. Nos insta a considerar nuestro papel en este mundo y a no hacernos cómplices en hacer de este una "cueva de ladrones". Nos invita a utilizar nuestra ira como medio para avanzar hacia un propósito más elevado para dejar ir viejas formas de pensar y construir un nuevo nivel de ser y de conciencia.

La ira nos anima a soltar los falsos cimientos (mesas) de nuestras vidas para construir un mundo de amor y luz. La ira nos llama a estar al servicio de la humanidad. Nuestra ira se convierte en una fuerza transformadora, un catalizador, un trampolín hacia el crecimiento personal y colectivo y la transformación espiritual. ¿Estás preparado para voltear algunas mesas?

Acerca del autor

La Rev. Christina Garza es la ministra principal de Unity de Nashville. Se graduó y se convirtió en ministra licenciada a través de la Escuela Ministerial Urbana de Unity en Detroit, Michigan en 2018 y fue ordenada por los Ministerios Mundiales de Unity en junio de 2019.

La Rev. Christina Garza

Más

No Results