“Aquí estoy yo”. —Isaías 6:8

Recientemente, durante una conversación con un amigo, me comentó que después de retirarse y estando soltero y sin hijos, sentía la necesidad de ser relevante en la vida de alguna manera. Sentía en su corazón que debía servir a su comunidad. Aunque ya estaba haciendo trabajo voluntario, se preguntaba si le faltaba tal vez integrarse más a una comunidad. ¿Qué más podía hacer?

Nuestra amistad ha sido forjada a lo largo de 15 años de servicio comunitario en el entorno de Unity, por lo que pude entenderlo perfectamente. Hemos compartido la experiencia de servir a los demás y sabemos lo que se siente. Una vez que realizas esta actividad, tu alma ansía hacer aún más.

La conversación con mi amigo me llevó a reflexionar acerca de mi maestro, el Maestro Jesús. A través de todo mi caminar espiritual, he conocido ideas de otros maestros, pero fue a través de una revelación que Jesús me llamó y se convirtió en mi guía, hermano y ejemplo a seguir.

Cuando pienso en Jesús, puedo visualizar a un hombre increíblemente poderoso y, sin embargo, humilde, sabio, inocente y compasivo. En definitiva, es un ejemplo de lo que todos podemos expresar. Pero cuando pienso en cómo vivió, veo el ejemplo, el camino para ser y vivir como el Maestro.

Él no buscaba oportunidades para servir, sino que estas llegaban a él de forma natural. En el momento y lugar donde se encontraba, surgían oportunidades para ayudar a los demás. Desde las bodas de Caná, hasta los leprosos, los inválidos, los ciegos, los pecadores, aquellos que buscaban curación, aceptación y amor, como los recaudadores de impuestos y las prostitutas, e incluso aquellos que habían fallecido, como Lázaro, y aquellos que necesitaban creer, como Tomás.

Jesús nos enseñó a través de su ejemplo que el camino hacia la verdadera paz se encuentra en el amor. Al servir a los demás con humildad y honra, nos llenamos de amor infinito, agradecimiento y paz.

El servicio verdadero es una gran manera de sentir el amor ágape, por todo y por todos. No se trata de horas de servicio ni de trabajo voluntario, se trata de, donde estoy ser un instrumento de amor incondicional y de paz, que ayude a los demás.

Para aplicar estos principios en nuestra vida cotidiana, es necesario que escojamos conscientemente y estemos presentes. En Isaías 6:8 Dios preguntó: “¿A quién enviaré? La respuesta de Isaías fue “aquí estoy yo. Envíame a mí”. Esta afirmación nos mueve en consciencia al espacio del amor ágape, es decir, el amor por todo.

La enseñanza que nos dio el Maestro se resume en dos mandamientos. Ama a Dios sobre todas las cosas y a tu prójimo como a ti mismo. No especificó cuándo, dónde o a cuántos debemos amar, sino que nos invitó a amar a Dios para que su amor se manifieste en nosotros y se extienda hacia los demás. Aquella persona que tuviera la claridad del Maestro escogería hacer grandes cosas con desprendimiento solo por amor. Jesús amaba a través del servicio.

Reconocemos que la única razón de nuestro encuentro es ser ese amor y extenderlo a través del servicio al prójimo. No importa de qué manera se manifieste, ya sea a través de una sonrisa, un favor, un pensamiento, o el simple acto de escuchar o dar una mano. No necesariamente hay que servir en un lugar por unas horas, esta afirmación nos invita a vivir desde una consciencia de servicio.

Creo que, como creaciones del amor, es importante para nuestro corazón el servir. Creo que venimos equipados por nuestra naturaleza divina con el deseo de darnos o extendernos en amor a los demás.

El servicio verdadero es una gran manera de sentir el amor ágape, por todo y por todos. No se trata de horas de servicio ni de trabajo voluntario, se trata de, donde estoy, ser un instrumento de amor incondicional y de paz, que ayude a los demás. Jesús no juzgó, solo dijo cómo puedo servir, y dio de sí mismo lo mejor en el momento. Siempre dijo, “Sí, aquí estoy yo”.

Obsérvate hoy, y sé consciente de todo lo que eres y lo que puedes dar, y desde ahí extiéndete en amor a los demás, sin esperar nada a cambio. El Maestro solo espera que sigamos el camino que nos mostró con la seguridad de que él nos acompaña. El propósito del servicio como camino espiritual no está en lo que le das a muchos, sino en lo que eres día a día con todos.

Recuerda que eres amor y preséntate a la vida desde ese espacio. Verás que te sentirás bendecido y serás una bendición para muchos.

Acerca del autor

La Rev. Luzette Rivera-Diez es una ministra que participa activamente en la capacitación y acreditación de los ministros de Unity en español a tiempo parcial.

Rev. Luzette Rivera Diez

Más

No Results