El Domingo de Ramos es tradicionalmente una celebración de la vida de Jesús y también puede ser una celebración de la naturaleza crística de cada uno de nosotros.

La historia del capítulo 21 del Evangelio de Mateo dice que Jesús les dijo a los discípulos dónde encontrar una burra y su pollino, y les pidió que le llevaran el pollino. Cabalgaría hasta Jerusalén, donde los seguidores se habían reunido, no en un buen caballo como los soldados romanos, o incluso en un burro adiestrado y de confianza, sino en un potro inexperto. ¡Qué extraña elección!

Jesús llama nuestra atención con enseñanzas poco ortodoxas y metáforas extrañas. Si el potro representa nuestra humanidad colectiva, desenfrenada, no probada e impulsiva, la historia parece comunicar que todavía somos dignos de “llevar a Cristo”. No cargamos nuestra naturaleza crística sobre nuestras espaldas, como el pollino llevó a Jesús en la historia, sino que cargamos al Cristo como parte de nuestra naturaleza esencial. La humanidad ha sido imbuida de una facultad espiritual para trabajar con nuestra inteligencia reflexiva, y todo es parte del diseño perfecto.

Podemos tener miedo, como un pequeño potrillo, de no estar a la altura de la tarea de llevar esta naturaleza crística, de cometer errores y no siempre responder a las condiciones externas de la mejor manera. Es posible que no siempre nos consideremos dignos de ser parte de la celebración del Domingo de Ramos de la sabiduría y el poder de Jesús y de nuestra propia naturaleza crística.

No cargamos nuestra naturaleza crística sobre nuestras espaldas, como el pollino llevó a Jesús en la historia, sino que cargamos al Cristo como parte de nuestra naturaleza esencial.

Ver el esplendor de nuestro valor y la verdad de nuestro ser, tal como somos, es el camino de la Cuaresma. A lo largo del camino, notamos pacientemente los miedos, las dudas y las muchas formas en que restringimos el poder y la belleza que somos.

Al observar estos pensamientos de indignidad, en lugar de pensar en los momentos en los que tropezamos, nos recordamos la verdad de nuestro ser. Mantenemos nuestros pensamientos en nuestro poder para aprender de nuestras experiencias sin estar definidos por el pasado ni ligados al mismo. Liberamos miedos y dudas sin darles más poder.

“Hosanna” es el reconocimiento gozoso de que el pensamiento erróneo se supera a través de nuestra naturaleza crística. Recordamos que Jesús eligió el pollino no probado hace mucho tiempo, y afirmamos que cada uno de nosotros está llamado hoy a celebrar nuestro valor, nuestra naturaleza crística y todo lo que traemos al mundo.


Este artículo apareció en el folleto Liberación y renovación 2022: Una práctica espiritual para la Cuarema.

Acerca del autor

La Rev. Joy Wyler, J.D., (1955-2022) fue una escritora y profesora que sirvió 11 años como ministra en Unity of Lehigh Valley en Emmaus, Pensilvania, y también formó parte de la Junta Directiva de la Sede Mundial de Unity.

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