Recientemente vi un animal desconocido en el patio a través de la ventana. A lo largo de los años, he llegado a familiarizarme con la variedad de animales que habitan en el vecindario y disfruto ver a los perros y gatos de nuestros vecinos. Las aves son una presencia constante. De vez en cuando alguien pasa a caballo. El vecino que vive al lado tiene varias ovejas y una vaca.

Sin embargo, este era un recién llegado. Mirando más de cerca, pude ver que se trataba de un conejo. Casualmente, apareció en nuestro patio el Domingo de Pascua. Mientras lo veía saltar, tomé un par de fotos antes de que se dirigiera hacia un patio cercano. Al día siguiente, vi al conejo y al gato azul ruso de nuestro vecino a escasa distancia el uno del otro.

Bunny and cat laying calmly next to each other in green grass.

Al presenciar la escena, mi primer pensamiento fue: Ese conejito está en peligro. Esperaba que el conejo pudiera escapar del gato, pero pronto descubrí que no era necesario.

Resulta que no era una situación depredador-presa, como había pensado en un principio. Por el contrario, el gato y el conejo se estaban divirtiendo juntos, descansando en la hierba. Cuando estuvieron listos para seguir adelante, fueron al siguiente patio y, llenos de energía, juguetearon en el césped persiguiéndose y dando tumbos a su paso.

Fue una delicia verlo.

Más tarde, me sorprendí recordando esa escena y pensando cómo el conejo y el gato no estaban destinados a estar juntos. Reflexionando más, me di cuenta de que veía su coexistencia como algo fuera de lo normal, una anomalía.

Pero luego recordé las veces en que he estado en compañía de personas que eran diferentes a mí. En varias ocasiones, he sido la persona más joven o mayor de un grupo, he sido la única estadounidense, la única persona de mi raza o género, la única persona con mis creencias espirituales o inclinaciones políticas. Sin embargo, nunca me molestó. Nunca me sentí en minoría o como si no pertenecía al grupo. De hecho, esas experiencias me hicieron sentir más inclusiva, observadora y abierta.

“Cuando vivimos desde nuestras identidades divinas, podemos aceptar y abrazar nuestras diferencias sin dificultad... reconociendo a cada persona como un ser espiritual igual a nosotros”.

Vive la diferencia

Es natural querer estar rodeados de personas con las que nos identificamos fácilmente. Quizá somos de la misma localidad, hablamos el mismo idioma, conocemos a las mismas personas, tenemos la misma edad o compartimos aficiones. Esta preferencia proporciona una sensación de tranquilidad y familiaridad, como si tuviéramos un lenguaje social abreviado que entendemos. Es casi como si nos comunicáramos en silencio diciéndonos: “Te entiendo”. Y no hay nada de malo en ello.

Pero ¿qué es lo que estamos dejando pasar cuando nos quedamos en esa zona de confort? ¿Nos estamos privando de la riqueza y la profundidad de la vida que viene de conocer a aquellos fuera de nuestros círculos inmediatos? ¿Y nos estamos perdiendo un aspecto clave de la vida espiritual?

Considera esto: Si permitimos que nuestras diferencias nos separen, que inhiban nuestra curiosidad y nos impidan abrirnos a nuevas experiencias y descubrimientos, ¿cómo podemos trascender esas diferencias y llegar a conocer y sentir nuestra unicidad?

Somos seres divinos. Esa es la verdad de cada uno de nosotros. Cuando nos encontramos unos con otros con esa verdad en mente, es más fácil ver un espíritu afín y sentirnos unidos por nuestra humanidad común y nuestra espiritualidad inherente. Cuando vivimos desde esa conciencia espiritual, nos sentimos en casa en todas partes e igual de cómodos con los que son como nosotros y con los que no lo son. Podemos ser abiertos, curiosos y seguros de nosotros mismos.

Si vivimos desde nuestra naturaleza divina, podremos aceptar y abrazar nuestras diferencias sin dificultad. Las apariencias, los antecedentes e historias personales no serán un obstáculo porque veremos a cada persona como un ser espiritual como nosotros mismos. En esta perspectiva encontraremos una sensación de tranquilidad y familiaridad, una especie de espiritualidad simplificada que hace que la vida sea más fácil. Independientemente de nuestra edad, nacionalidad, raza o creencias, nos comunicamos intuitivamente y en silencio: “Te entiendo”, y nuestra intuición estará en lo cierto.

Acerca del autor

La Rev. Teresa Burton es la editora de Daily Word®. Es una oradora dinámica y escritora inspiradora, ella hace que las enseñanzas de Unity sean fáciles de entender y divertidas de aprender. Antes de responder al llamado al ministerio, trabajó como editora durante más de 25 años en varios puestos en publicaciones impresas y digitales.

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