Después de esperar cuatro meses para poder reemplazar mi techo, que estaba muy deteriorado, finalmente llegó el equipo de obreros. La larga espera se debió a que tenían varios trabajos pendientes, a los retrasos para conseguir el material de construcción y al mal tiempo.

El segundo día, mientras los trabajadores estaban descansando, me acerqué para ver el avance. El grupo estaba formado por tres hombres trabajando en el techo y uno en el suelo, quien me comentó que su trabajo consistía en cortar tablas y preparar las láminas de metal que luego serían instaladas. Dijo: “Casi siempre estoy aquí abajo, pero también trabajo arriba en el techo. De hecho, esta mañana estaba allá arriba y casi resbalo”, dijo que fue porque no vio una parte húmeda y resbaladiza. ¡Fue aterrador pensar que había estado apunto de caerse de un edificio de dos pisos!

De quien provienen todas las bendiciones

Continuó: “Pero ¿adivina qué pasó? Justo después de que casi me caigo, mi compañero encontró algo escrito en el metal, en el mismo lugar donde estuve apunto de caer. Decía: ‘Alaba a Dios, de quien provienen todas las bendiciones’. Alguien me estaba cuidando. ¿Puedes creer eso?”

Lo que él estaba diciendo no tenía sentido para mí. “¿Algo escrito? ¿Qué tipo de escritura?”, le pregunté. Él dijo: “Alguien dejó un mensaje en uno de los paneles de metal”. Y lo repitió: Alaba a Dios, de quien provienen todas las bendiciones.

Tan pronto como escuché esas palabras otra vez, supe quién había sido el autor: mi difunto esposo.

Carpintero y constructor

Tomás era carpintero y constructor, un contratista general. Había pintado nuestro techo varias veces a lo largo de los años, pero no sabía que lo había reparado. Eso debió haber sido antes de que nos mudáramos a la casa hace 20 años, cuando todavía era una propiedad de alquiler. Pero yo sabía de su hábito de dejar alguna inscripción, como un versículo de la Biblia, un verso de un himno, o un sutra budista en los lugares donde trabajaba. Este era su lugar favorito.

Praise God From Whom All Blessings Flow

Era una persona maravillosa y encantadora. Disfrutaba estar al aire libre y tenía una profunda espiritualidad. Le gustaba navegar en la bahía de Chesapeake, practicar canotaje en el río Rappahannock y acampar en el Parque Nacional Shenandoah. También era un ávido lector sobre muchos temas, desde historias de vaqueros y ciencia ficción hasta escritos de Emerson y el Dalai Lama. Su libro favorito era la Biblia, que leía de principio a fin cada año.

El trabajador volvió a la pieza de metal que tenía la inscripción y la cortó para mí. Mi intuición interior se confirmó cuando vi la letra de Tom. Era perfectamente legible y estaba bien conservada, como si lo hubiese escrito ayer. Este era un regalo precioso, porque Tom había fallecido hace cinco años.

Siempre que podía, Tom enviaba dinero extra a la compañía hipotecaria. Me decía: “Quiero que la hipoteca esté saldada para que tengas una casa”. Logró esa meta varios años antes de su muerte. Su nota era un poderoso recordatorio de cuánto se preocupaba por mí.

La muerte de Tom puso fin a años de dolor y sufrimiento. Dado que habíamos hablado abiertamente de la muerte, su fallecimiento fue un alivio, pero también una conmoción. Todavía sufro su pérdida, por lo que ver su inscripción fue un hermoso recordatorio del maravilloso espíritu que era y sigue siendo.

Acerca del autor

Elisabeth Drumm es editora y correctora independiente que trabaja desde su casa rural en Virginia Central. Además de trabajar con manuscritos de libros, crea hilos para tejer que pueden encontrarse en su sitio web, wollesyarncreations.com.

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