Junto con una práctica de gratitud, entregar tus preocupaciones al Espíritu divino puede hacer maravillas para sosegar una mente y un alma ansiosas.

Mi esposa había muerto recientemente de cáncer y yo pasé a ser el padre soltero de dos hijas (una de 13 años y otra de solo 2 años). Tenía solo medio año de ser ministro en mi primera iglesia y estaba a muchas millas de distancia de familiares y amigos.

Estaba lleno de dolor, miedo y preocupaciones. Hubo un intenso dolor por la pérdida de mi esposa, quien no solo era mi amada, sino también mi mejor amiga. Tenía temores reales de que no pudiera satisfacer las necesidades de mis hijas como padre soltero. También me preocupaba cumplir con las expectativas razonables de mi nueva congregación.

A veces, estas preocupaciones se volvieron tan intensas e insoportables que me sentía como una persona que se ahoga después de que el barco se hunde en el fondo del océano. No veía ningún camino de regreso a la superficie.

Nada, absolutamente nada, había cambiado en el mundo exterior. Pero algo cambió dentro de mí, y eso hizo toda la diferencia.

Un día mientras conducía mi automóvil y sentía esta intensa ola de ansiedades, vi una cafetería. Me detuve, estacioné y entré. Había una mesa vacía. Dejé mi mochila encima y tomé una taza de café de Java descafeinado. Saqué un cuaderno y un bolígrafo, y comencé a escribir una carta de oración a Dios.

Escribí sobre mi intenso duelo y dolor por la muerte de mi esposa. Derramé mis temores y preocupaciones acerca de ser un padre soltero. Luego escribí sobre mi preocupación de poder ser un buen ministro para mi nueva iglesia. Agregué preocupaciones financieras, así como preocupaciones que tenía sobre mi salud. También expresé la intensa soledad que sentía al estar tan lejos de mi familia y amigos.

Entonces, algo muy dentro de mí me sugirió que comenzara a enumerar mis bendiciones y las cosas por las que estaba agradecido. Esta lista era larga. Esa voz suave y apacible también me sugirió que escribiera algunas afirmaciones que significaban mucho para mí. Escribí:

¡Todo lo puedo en Cristo que me fortalece!Filipenses 4:13

Descarguen en él todas sus angustias, porque él tiene cuidado de ustedes.—1 Pedro 5:7

Dios es la fuente y el creador de todo. No hay otro poder. Dios es bueno y está presente en todas partes.Principio 1 de Unity

Dejo ir mis preocupaciones al Espíritu y sé que todo está en orden divino.—Mi afirmación

Todo esto cobró vida para mí y empecé a sentirme bien. No, no solo bien, ¡sino estupendamente! Me dije: “¿Le están poniendo algo al café estos días?”. Entonces recordé que había pedido un descafeinado.

Sí, algo había cambiado, y ese algo era yo mismo. Estaba impresionado. Nada, absolutamente nada, había cambiado en el mundo exterior. Pero algo cambió dentro de mí, y eso hizo toda la diferencia.

En los meses siguientes, hubo momentos en que el miedo y la preocupación comenzaron a regresar. Así que, literalmente, volvía a la misma cafetería, pedía más café y escribía otra carta de oración al Espíritu. Esta medicina sanadora siguió funcionando y todavía lo hace hasta el día de hoy.


Tomado de Fortaleza, valor y consuelo para tiempos difíciles, un folleto de Unity.

Acerca del autor

Rev. Rick Belous, Ph.D., es ministro en Unity de Roanoke Valley en Virginia y presidente de Spiral Pathways.

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