Mientras el hilo interior de mi conciencia
se entrecruza con el cordel externo del afán,
que estos dobles hijos me recuerden
que la vida es un telar.

Aunque en mí hay un alma eterna,
ni una sola hebra puede enlazar
de la unidad, el misterio y la esencia,
que a mi Espíritu y cuerpo han de conectar.

Y está el hilo exterior que me llama,
que oye el grito del águila traído por el viento,
que canta en sintonía con los coros celestiales,
que entona nanas y compone sonetos.

Que puedas tejerme plenamente
y entrelazar estas hebras doradas:
el hilo interior del Espíritu
con la vida exterior que me llama.

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