Gracias, Dios, por Tu santuario siempre presente de amor, gozo y paz en mi corazón. Mi única necesidad es sentir Tu dulce presencia en mi vida. Confío —verdaderamente confío— que estoy a Tu cuidado y que todo está bien. Gracias, Dios.


Gracias, Dios, por tu verdad viviente a medida que me habla de maneras inequívocas. Aquieto mi cuerpo. Aquieto mi mente. Descanso completamente. Me entrego a Ti, Dios. Lléname de Tu presencia a medida que escucho en el silencio.


Presencia divina en mí, estoy dispuesto a dejar ir cualquier sentimiento de dolor, ira y resentimiento. Ayúdame a conocer el perdón verdadero y ver a cada persona como parte de Ti. Que mis palabras y acciones sólo sirvan para glorificarte. Que sanen, consuelen y armonicen mi vida y las vidas de las personas a mi alrededor. Gracias, Dios.


Gran Espíritu de este universo, qué gloriosos son Tus medios. Mi mente humana no puede captar plenamente la magnitud de todo lo que eres, sin embargo sé que te pertenezco. Gracias por la seguridad de Tu presencia guiadora —dondequiera que esté, en lo que sea que haga.


Gracias, Dios, por la conciencia creciente de quien soy. Me has creado para expresarte, hago el compromiso hoy de estar en Tus manos en Tu voz en Tu corazón. Vive Tu vida por medio de mí de manera plena y completa.


¡Las células de mi cuerpo gritan de gozo a medida que resucitan a una nueva vida! Gracias, Dios, por Tu poderosa presencia sanadora a medida que llega a cada átomo de mi cuerpo, produciendo salud radiante.


Elijo en este día servirte, Dios —permitir que Tu amor irradie a todas las personas y que sea una inspiración para ayudar a elevar a otros. Mi única oración es conocerte. Consciente de Tu presencia sagrada en mí, soy una bendición para todos.


Dulce Espíritu, he oído Tu llamado. Siento que me atraes a una comprensión más cercana de Tu presencia en mi vida. Ansío conocerte más. Deseo amarte más y servirte más. Estoy dispuesto a que te hagas cargo de mi vida. Muéstrame Tu camino, Dios, porque estoy listo.

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