He escuchado muchas veces la frase: “Demos gracias a Dios en todo”. Mas debo confesar que a veces me he preguntado en silencio: “¿En serio?, ¿en todo?” Yo no sé si le ha pasado a alguien más; pero yo he conocido personas y pasado por ciertas experiencias donde el dar las gracias o ser agradecido no entró en mi radar.

Es durante estas ocasiones que acepto la invitación de volver a tener un corazón agradecido, y aun más, acepto volver a tener una conciencia de gratitud.

Hace mucho tiempo, cuando yo estaba recién salida de las calles de la adicción, un ser querido me animó a notar las cosas por las cuales yo sentía agradecimiento como parte de una práctica espiritual. En ese momento me pareció bastante fácil, tenía un techo donde cobijarme, estaba limpia, estaba empezando a tener amigos desinteresados y no estaba sola sufriendo en silencio.

Cuanto más tiempo permanecía libre de drogas, más libertad experimentaba, física, mental, emocional y espiritualmente. Sin embargo, lo que yo no esperaba era la gran responsabilidad que requería esta nueva libertad; no sólo para con mi vida, sino también para con los demás en el mundo. Así fue como llegué a conocer la gratitud.

Mientras más me recuperaba de la adicción, más podía escuchar cómo el sentido de responsabilidad me instaba a reconocer y dar gracias por aquello en la vida que no me gustaba, ¡o que inclusive aquello que odiaba! Al principio no pude comprenderlo. De manera que le pedí a un ser querido que me ayudara y él me dijo: “Kelly, la gratitud es decir ‘gracias, Dios’, y permíteme decirte lo que significa para mí”. Yo no me sentía muy agradecida, mas decidí confiar en sus palabras.

Acerca del autor

La Rev. Kelly Isola es experta en desarrollo personal y organizacional. Es autora, consultora, visionaria académico-profesional y sanadora.

 

Rev. Kelly Isola

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