La mayor parte de los seres humanos no tienen el hábito de pensar que la gratitud genera poder. Para la mayoría de nosotros, el agradecimiento evoca un sentimiento cálido y placentero, motivado por los beneficios que hemos recibido; es una cualidad digna de cultivar. Tener poder, sin embargo, implica para nosotros la capacidad de hacer o lograr algo. Nos preguntamos: ¿Qué puede hacer o lograr la gratitud? Sin embargo, está respaldada por leyes espirituales, y toda ley espiritual es energía que trabaja a nuestro favor cuando la empleamos adecuadamente.

La gratitud se compone de lo que vemos y sentimos, de ver el bien y sentir una respuesta congruente en nuestro corazón o centro de amor. Ver el bien es ver como lo hace Dios. Es una perspectiva creativa y trae el bien a manifestación. El intelecto puede reconocer algo como bueno sin que haya una respuesta del corazón. Esto, propiamente dicho, no es gratitud, pues le hace falta amor.

He aquí una definición de gratitud ofrecida por el diccionario: “Un sentido de apreciación por los favores recibidos”. La apreciación implica entender que lo que nos han dado es importante; por lo tanto, el verdadero agradecimiento emana cuando comprendemos el espíritu afable que propició el regalo. Esta gratitud verdadera no toma en cuenta el valor externo del regalo, sino el amor que lo motivó, y responde de la misma manera. "Y cualquiera que dé a uno de estos pequeños un vaso de agua fría solamente, por cuanto es discípulo, de cierto os digo que no perderá su recompensa". …

A medida que vemos el bien, meditamos sobre ello y respondemos desde el centro del amor, se generan poder y energía espirituales. Para que éstos se hagan realidad en nuestras vidas y sean de bendición para otros, necesitamos poner el bien en libertad. Si lo acaparamos, cerramos la vía a mayores beneficios y evitamos su acción en la substancia, lo resulta en un aumento poco significativo. La alabanza es la expresión natural del agradecimiento, a través de la cual liberamos el poder y la energía espirituales que se han generado. 

Mediante la alabanza, que es el resultado de ver el bien, derramamos las fuerzas del gozo, la alegría y la bondad, las cuales tendrán un efecto en las personas que encontremos en nuestro camino, y pondrá en marcha una corriente magnética que llevará una bendición a todos y traerá otra con la ola de vuelta… Así que, con la escalera de la alabanza, podemos alcanzar una gratitud de más altura, un estado elevado de ver y sentir el bien. Para que sepamos que el Padre nos ha dado "toda potestad... en el cielo y en la tierra". Para que podamos traer todo el bien a manifestación.

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