Orden: Al comprender el orden divino, puedo acoger lo paradójico y navegar el caos manteniendo el balance.

Meditación

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Orden Divino en medio del caos

por el Rev. Paul John Roach

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La posibilidad para la transformación existe incluso durante momentos de reto.

Estaba viajando con mi mochila en las carreteras de Alemania en los años 70s y un hombre de unos diez años mayor que yo, quien era profesor en una universidad de Múnich, me recogió y amablemente me llevó a Alemania. Gentilmente me llevó a almorzar a su casa antes de llevarme de regreso a la carretera para que yo continuara con mi viaje.

Mientas comíamos, me percaté de una nota que estaba escrita en la pared de la cocina. Decía, “El caos es un orden que no comprendemos aún”.

Yo era un joven en mis 20s y apenas comenzaba mi viaje espiritual. La cita me intrigó porque hablaba no solo de las limitaciones del conocimiento humano y de la comprensión, sino también de la idea de que lo que parece arbitrario y caótico podría ser parte de un orden y armonía universal más grande.

Incluso la oscuridad no te parecerá lúgubre

El universo, y cómo la humanidad lo entiende, está en continuo desarrollo. La física newtoniana, en su elegancia y certitud, se convirtió en la base de nuestra comprensión por dos siglos.

Entonces, el panorama aparentemente caótico y contradictorio de la física cuántica fue propuesto, lo que llevó a nuestra aventura en el conocimiento a otro nivel. La aparente danza loca de las partículas subatómicas y su negativa a quedarse estáticas en el tiempo y la naturaleza, puede que nos confunda inicialmente. Pero básicamente es alentadora.

¿Partícula u onda, Espíritu o materia, orden o caos? En nuestra nueva comprensión, no tenemos que escoger entre una y otra. Ambas anidan como el símbolo Taoísta del ying-yang o del matrimonio Hindú de Shiva-Shakti— potencial indivisible y energía manifiesta.

Charles Fillmore estaba muy consciente de esta interacción entre substancia y forma, entre idea y manifestación, siendo esta la piedra angular de sus enseñanzas.

Uno de mis salmos favoritos, el Salmo 139, habla de ese matrimonio cuando el salmista, hablando de Dios dice:

“Si quisiera esconderme en las tinieblas,

y que se hiciera noche la luz que me rodea,

¡ni las tinieblas me esconderían de ti, pues para ti la noche es como el día!

¡Para ti son lo mismo las tinieblas y la luz!”

En la espiritualidad práctica eso significa, para mí, que la luz, el orden y la sabiduría del divino permean todas las cosas. La presencia de Dios está disponible en los momentos más caóticos y desafiantes. La posibilidad de transformarse está siempre ahí.

Todo está en orden divino

Dicho esto, creo que es importante evitar respuestas fáciles a problemas difíciles. Esto a veces se le dice “gracia barata” o evasión espiritual. Entonces es cuando alegremente declaramos que “todo está en orden divino” o “Dios no nos manda nada que no podamos soportar” sin involucrarnos a nivel humano.

Para quienes lidian con la pena o la tristeza profunda, o tratan de comprender por qué suceden atrocidades, estos dichos, aunque intrínsecamente sean verdad, suenan crueles e insensibles. El caos parece caos cuando estamos en el medio de él y ningún cliché benevolente de parte de los demás será suficiente.

Hay una historia de una mujer que acudió al maestro Indio H.W.L. Poonjaji. Ella estaba consternada hasta las lágrimas porque un amigo cercano había muerto en una situación trágica. Estaba inconsolable.

Poonjaji simplemente se acercó y la abrazó en silencio, dejando que llorara y despotricara contra la injusticia del mundo.

Entonces, después de un largo rato, la miró a los ojos y le dijo en voz baja: “Esto es samsara, el mundo del tiempo y del cambio”. Ella pudo escuchar esas palabras porque le dio espacio a su dolor. Él no trató de negar sus sentimientos, sino que respondió a ellos con un acto amable y compasivo.

Como ministro por 34 años, sé lo difícil que es tratar a los demás de esa forma, evitando las respuestas usuales, dando amor y al mismo tiempo dando un mensaje que sea de ayuda y esté basado en principios.

Seas o no ministro, todos nos entendemos de una u otra manera y he encontrado solo una forma de hacerlo con éxito. Es personificar en ti mismo la reconciliación de opuestos aparentes —caos y orden, luz y oscuridad, horror y compasión, rabia y alegría imperturbable.

Agradezco al joven profesor por su hospitalidad ese día del que hace tanto, por la sabiduría que encontré escrita en la pared de su cocina.

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